Escribí como por 4 horas algo que al final no me gustó, así que me saqué lo siguiente de la manga (de cualquier manera agradezco la noche de inspiración a ésta foto).
Hoy es un día como cualquier otro, hoy desperté y en lo primero que pensé fue en tu voz, diciéndome con un tono tan femenino «buenos días», esperando que se convirtiera en realidad me levanté de la cama, intenté desayunar pero lo único que mi cuerpo aceptó fue un cigarrillo y un café, ese del pueblo que tanto te gustó, me doy un paseo por allá cada vez que necesito recordar aquellos momentos que pasaremos juntos, también cuando ya no hay café en nuestra casa.
La ducha me hizo pensar en aquella vez que nos mojamos bajo la lluvia de Julio, tomados de la mano y mirándonos sin mirar, sintiendo las gotas resbalar por las mejillas, acercando cada vez más nuestros cuerpos que de nuevo no dudaron en amarse, mis dedos tímidamente acariciando los tuyos, te acercas por un abrazo y no te puedo soltar nunca más, el recuerdo es tan vívido que por un momento me siento convencido de que ya sucedió.
La música como siempre me recuerda aquel concierto en el que nos besamos por primera vez, decías que no te iba a gustar la música y hasta el disco te compraste, los dos lloramos con esa canción de amores pasados sin saber que jamás volveríamos a escucharla, esas lágrimas marcaron el comienzo de nuestra historia juntos, la que muy pronto comenzaremos a escribir.
Al regresar a casa noté que una rosa crecía en el jardín, la misma de aquel rosal del que corté la primera rosa para ti, la que nunca te entregué pero que cuide hasta el final, la que me hizo darme cuenta que me logré enamorar de ti, tal vez mañana por fin salga a ese jardín a plantar ese rosal.
Y por la noche, por la noche desperté, sonreí al recordar este sueño, mi almohada ya no está mojada por las lágrimas, la luna volvió a alumbrar mi ventana, mi mascota dejó de roncar por las noches, y tus labios me volvieron a hacer feliz.