Hay ocasiones que la vida nos llena de sorpresas, y el espíritu navideño nos hace sentir que los milagros pueden ocurrir, que hay una fuerza externa que puede llenarnos de alegría y hacernos encontrar la fe, esa pequeña medicina que tanta falta nos hace…
Compartían sentimientos aún sin conocerse, la situación tenía un toque «Kafkiano» que lo hacía místico y no era para nada suficiente como para sentirse en confianza, él logró poner sus ojos sobre ella y pensó que era el cansancio y las madrugadas de trabajo las que lo hacían sentirse tan atraído, descubrió después que no había pretexto suficiente, simplemente es hermosa.
La distancia es difícil pero el tiempo pasa rápido, creyó que nunca volvería a verla pero estaba equivocado, unos meses y algunA plática de madrugada lograron unirlos aún más, ellos no lo sabían pero realmente no se habían separado tanto.
Una y otra vez sus mentes lograron estar en perfecta armonía sin siquiera iMaginarlo, había tanto que dar y por hacer que no podían esperar un segundo más para estar juntos.
Así comenzó todo y antes de lo que se imaginaban se encontraron caminando de la mano por el volcán, fueron a comer pescado zarandeado y sus cocadas y jugaban basket en el poli por las tardes, (se refrescaBan tomando tejuino(?)) paseaban por los bellos jardines de la ciudad, bailaron al son del mariachi de arpa…
…finalmente se encontraron en Manzanillo, donde después de tanto tiempo pudieron darse ese beso en la frente, y ese otro en el ombligo, donde se acostaron tapaditos a descansar, donde pudieron ver TV juntos, donde la espera se había terminado y el destino los había recompensado.
«¡Creo que somos la medicina para cada cuál, tu pa’ mi y yo pa’ ti!»